jueves, 28 de octubre de 2010

Escotoma

Hola acá subo el tercer capitulo, disculpen la demora, dejo los links de los anteriores
capitulo1 http://walkergray.blogspot.com/search?updated-max=2010-10-06T20:04:00-07:00&max-results=7




Capitulo III



“Infierno”


Todo daba vueltas, estaba en una extraña habitación,  pero a la vez me era muy familiar, ese olor era el del perfume de mamá, había retrocedido unos diez años atrás, sin embargo, la imagen era muy clara, como si lo hubiese vivido ayer, sentía las mismas emociones, la felicidad de verla cada día, todo era colores, no obstante pasando el sonar de el reloj, el cuarto se volvió oscuro, estaba perdida, era como si todo  cambiase en una pequeña fracción de segundo, sentí el llanto de una  niña, no tenía más de cinco años, sentada  en el suelo sin levantar la cabeza, de cabellos oscuros, frente a un cadáver, rodeada por una cuerda en su frágil cuello, fue cuando me percate que aquella pequeña era yo, reviviendo el dolor, la angustia de  aquel interminable día. No contuve el grito, Sebastián irrumpió en la pieza,  no tardo nada, sólo le dirigí una leve mirada, para asegurarle mi bienestar, luego de preguntar que deseaba de desayuno se marchó. La cabeza me duele, tengo jaqueca, un dolor en el pecho, algo fuera de descripción, tome mis ropas, estaba decidida a escaparme de este lugar, tengo que ir a casa y estar con mi familia o al menos lo que queda de ella, no quiero que los lastimen, si a la que buscan es a mí, pues estoy  dispuesta a entregarme.

n  No intentes nada Abigail—La voz de Miguel invadió el cuarto.
§  Cómo llegaste aquí.
§  Eso no es de tu incumbencia, pero el demonio se queda en casa—no estoy segura de cómo lo hizo, pero llegó hasta mí con mucha rapidez, me tomo fuertemente de los brazos.
§  Suéltame, antes de que llame a Sebastián. 
§  Anda hazlo, él no se atreverá  a llevarme la contraría.  
§  Basta—esa voz era la de Helena, Miguel se detuvo—No vuelvas a tratarla de esa manera, tú misión es…
§  Protegerla, eso ya lo sé—no entiendo por qué Miguel debe protegerme—pero mírala, jamás podrá ser una guerrera, no controla ni sus pesadillas.
§  Cómo es qué sabes  acerca de mis sueños—estaba enfadada, ese chiquillo leía o más bien tenía conocimiento sobre mis  opresiones.
§  Puedo Verlos, lo que sueñas tú, lo veo yo.
§  Cómo puede ser posible.
§  Eso ya te lo diremos, ahora vístete—otra orden de Helena.
§  De acuerdo—en ese momento todo el mundo se fue de mi habitación.

No comprendo demasiado, pero él logra meterse en mi cabeza, Miguel puede ver mis sueños, lo que claramente me molesta, sé supone que  tus pensamientos y sueños son las cosas más privadas que puede tener un ser humano, pero que puedo pedir, si ni siquiera  tengo la certeza de serlo.
 Baje las escaleras lentamente, no sabía quienes estaría en la sala, tampoco tengo idea de lo que me espera, pero los nervios manejan por completo mi cuerpo, en cualquier momento estallaré y de la peor manera, cada posibilidad resulta aterradora, desde ser  un demonio, hasta convertirte en la presa de uno y no contar con la fuerza para defenderte, es como estar en el infierno.


Me encontré solamente  con Sebastián, el resto era oscuridad.
n  Srta. Abigail, la están esperando, venga conmigo por favor.
n  De acuerdo.

Sebastián me condujo por aquella mansión, las puertas parecen ser muy antiguas, retoques medievales adornan toda la casa, cuadros sagrados, oro, plata y fuentes. En la gran sala que me hizo entrar Sebastián estaba Helena y once hombres más, además de Magdalena y Miguel. Estaban formando un círculo, todos con oscuras capas y una tenue canción de fondo, creí estar en una película, pero esto es más serio.


n  Abigail, hoy te enteraras de todo.
n  Eso es lo que vengo esperando desde hace bastante tiempo Helena.
n  Bueno, ellos son el resto de los Apóstoles de Dios y están aquí para servir de puente. —no comprendo nada de lo que dice Helena.
n  No logro entender, dices que me darás respuesta, sin embargo, lo único que haces es confundirme más y más—no lograba verle las caras.
n  La verdad es que debes hacer  un viaje—no reconocí inmediatamente la voz de la chica petulante, Magdalena.
n  A dónde.
n  Al infierno mismo Srta. –Sebastián siempre tan diplomático.
n  No te asustes, debes ir y  todo será aclarado—Helena lo dice como si fuese muy sencillo.
n  Y qué debo hacer yo en ese lugar.
n  Fácil, eres un demonio, por ello es que podrás, luego del viaje, controlar tus poderes, a todos nos tienen bastante abatidos, o es qué no te has percatado de lo agotado que está Sebastián—Mire al Vampiro de traje, su  rostro no daba más, el agotamiento era evidente, trataba de contener mis emociones todo el tiempo y  las consecuencias eran obvias.
n  Cómo se supone que llegaré.
n  Nosotros te ayudaremos— dijo uno de los hombres, su nombre, Baltasar, me tendía su mano, en señal de apoyo.
n  Sólo debes cerrar los ojos y el resto es cosa nuestra—Pablo De La Cruz hablaba con mucha seguridad. –pero sólo tienes  dos horas, sino vuelves al cumplirse el lapso establecido te quedarás  en ese lugar para siempre.

El resto fue cosa de segundos, sin mayores explicaciones me  coloque al centro, mientras Helena y es resto de los apóstoles se concentraban, diciendo “En el nombre del Padre, del Hijo, del espíritu Santo, Amen”. Cerré mis ojos, ellos  hicieron el resto, tal como habían dicho.
Sentía mi cuerpo muy pesado, estoy en un pequeño transe, mi mente vuela por sí sola, veo mi cuerpo tendido sobre  un sofá de color rojo con bordes de oro, cientos de gritos a mi alrededor, oscuridad plena, silencios perpetuos, mis ojos arden, mis manos se sienten pesadas, mis dientes se transforman en afilados cuchillos, mi garganta me  duele, la sed me mata, y yo aun en un lugar sin forma, algo abstracto, en donde la vista no me sirve de nada, el tiempo  tarda cada vez más en dar vueltas el reloj, traspasando dimensiones, para luego caer en una extraña habitación.

Todo se me hace familiar, la cama, el color de las paredes, el olor a invierno, la lluvia que golpea la ventana,  esa pequeña risa, pues era mi antiguo cuarto,  alrededor de los cinco años, esa era la edad de la pequeña niña que jugaba con su peluche favorito, un osito de tonos cafés, bastante tierno, su madre viene a ver cómo esta, todo es felicidad, un escenario perfecto y calido, esperando cada tarde a que su padre cruzara la puerta, dando un gran abrazo, una señal de amor profundo, las posibilidades, el rostro, el lugar, era yo, en mi joven niñez.

Me pregunto si el infierno es este, recuerdos hermosos que luego se esfuman como polvo en el viento, todo se marchita, la felicidad se acaba y el dolor perdura en el tiempo, veo la muerte de mamá, las piezas están fuera de lugar y nada cobra sentido, las lagrimas evidencian la pena que siento y sentí por esto.  El fondo parece cambiar, destrucción, desamor, melodías tenebrosas adornan una escena infernal, cadáveres, hombres y mujeres que sufren y yo sin saber que mierda hago en este lugar. Mi corazón está inquieto, mis latidos aumentan, estoy buscándola, pero ella no parece estar aquí, mis piernas siguen corriendo, mis ojos miran en todas direcciones, tratando de observar el más mínimo detalle, de ver  algún parecido con sus ojos, de ver a Florencia.

n  Ella no está aquí—esa voz.
n  Cómo es que sabes a quién busco—sigo sin mirar al sujeto que está detrás de mi.
n  Ella nunca piso este sitio, en realidad el mismo día que llegó la señora de los cielos se la llevo.
n  Cómo estás tan seguro.
n  Florencia Auge, tú madre, esta en los cielos, no en este infierno Abigail—tomo de mi hombro, forzándome a ver su rostro.
n  Roberto—él mismo sujeto de aquel día, el amor de Helena.
n  Mentiste, pudiste salvarme aquel día, pero tu silencio hizo que yo llegara a este lugar.
n  No, yo no tengo nada que ver, ni siquiera sabía la verdad acerca de  Helena.
n  Aun así, esto apesta, es patético, tal como tú dijiste, a los cuarenta, estando solo  y abandonado  es bastante difícil sobrevivir.
n  Lo lamento—tome de su rostro, estaba herido, las marcas del disparo eran evidentes, su cabeza aun sangraba. —lamento este sufrimiento. 
n  Todo el mundo debe encontrar su propio final. Este es el mío y debo conformarme con eso y con el hecho de que Teresa está a salvo, y tengo la sensación de que me sigue amando.

El resto se traduce a polvo en el viento, Roberto desapareció, estoy confundida y aterrada, veo niños, pequeñas almas llorando en ríos de sangre maldita, guerras, dejando solo maldad y oscuridad, putrefacción humana, una vil bestia, el infierno está frente a mí, un oscuro y tenebroso ser, Aloqua, el rey, nunca he sentido este odio por nadie, pero él hace que todo mi cuerpo quiera matar, que todas mis extremidades se muevan al compás de la muerte, mi Corazón se vuelve  un demonio enjaulado, desesperado por salir, sediento por sangre de almas, mis piernas se mueven por si solas y ya ha pasado casi  una hora, destruyo todo lo que toco, entré en  un frenesí, pierdo el control, matando todo lo que toco, desde  bebes hasta ancianos, mis manos se manchan con deliciosa sangre, sangre que calma mi dolor, ocasionando destrucción en el mundo, maremotos en el sur de Chile, sequías en Sudáfrica, lluvias en el antaño Europa, todo esto a mis pies. El mundo es completamente mío. Melodías llenas de pánico entran por mi agudizado sentido de la audición.  Trato  de describir todo los detalles, pero son cientos, miles,  infinidades de cosas, algunas indescriptibles, otras totalmente palpables, toda esta mierda me mata, entra en mi, se apodera de mi mente, es como si yo cargase con toda es culpa, pequeñas almas pasaban por mi lado, desesperadas, necesitaban el perdón, para así descansar eternamente, sin embargo, puedo percibir que son almas bondadosas, que Caleb trajo hasta acá, y no logró entender por qué lo hace. Supongo que esta atado a esto.

Un pequeño niño apareció  de la nada, otra alma en pena, no obstante él tiene algo particular, lo conozco, era la misma sonrisa, ese brillar en sus ojos oscuros y negra melena, Tomás.

n  Abigail—dijo el niño.
n  Tomás—trate de abrazarlo, aunque fue en vano, era como tocar el viento.
n  Lo siento—el pequeño se mostraba apenado y a pesar de no poder tocarlo, sentí su leve abrazo, su llanto que caía en mi hombro, se aferraba a mí con todas sus fuerzas, como si necesitase que lo salvara de este dolor eterno.
n  ¿Qué  haces acá?—necesitaba respuestas.
n  Tan solo debes tocar mi cabeza y te enteraras de todo.
n  A qué te refieres.
n  Sólo has lo que te digo. –seguí sus ordenes.

Momentos ajenos circulaban por mi mente, una familia feliz, amor en recuerdos, pero no todo era de esa tonalidad, llamas surgían de la nada quemando todo a  su paso, llantos y gritos de desesperación, murallas caían y el cielo lloraba las perdidas  humanas,  neblina cubría el hecho macabro y  un demonio tentando a  muchachito, ofreciéndole la solución a sus problemas, que  traería a su familia de vuelta si es que él se sometía a un pacto, una mujer lo miraba atentamente, no parecía tener más de veinticinco años, hermosa y de negros cabellos, diciendo que si se unía a ellos, grandes poderes nacerían y al cabo de un tiempo se mudo con Aloqua, vivían en una pequeña casa, rodeados de almas puras, de niños, de  mí.  Estaba decidido, debía asesinar a una mujer llamada Florencia, probar qué tan poderoso era, ya que su don era único, podía llevar las almas directamente al infierno, así es  que como al pasar el tiempo, de unirse a la pequeña hija de la victima, inducido por la promesa de revivir a su familia y poder ver de nuevo a su madre y hermanos, él cometió el acto, frente a los ojos, los ojos de la pequeña, delante de mis ojos, Aloqua miraba junto con la mujer, estaban asombrados del potencial de Tomás, de la frialdad con la que actuaba, pero en el interior del chico, la tristeza era la reina, el dolor manejaba sus acciones, motivado por el recuerdo de su familia, desde entonces fue bautizado como Caleb,  no obstante luego de cometer su primer crimen, Aloqua lo siguió utilizándolo y hasta él día de hoy, no ha cumplido su promesa.

n  Puedes odiarme, después de todo asesine a tú madre.
n  En realidad no lo puedo hacer—emocionada por las palabras de aquel pequeño—en tú lugar hubiese hecho lo mismo.
n  ¡No! ¡Tienes que odiarme!—él empezó a llorar--¡Soy  un bastardo! ¡Mátame!
n  No puedo, eres especial para mi Caleb.
n  No me llames así. Por favor, tan sólo destrúyeme,  él no va a cumplir su promesa, sólo debes asesinarme, no soy un demonio aun.
n  Entonces qué es lo que eres—la información llegaba de golpe.
n  Soy algo así como un alma en pena, para convertirme  debo pasar más tiempo acá o que Aloqua me convierta en uno, pero por alguna razón él no lo ha hecho.
n  Pero cómo asesino a un Demonio o Semi-demonio.
n  Debes apuñalarme  en mí… pecho.

No logré responder, el infierno se hace espeso, y desde lejos percibo ese olor a mierda, a muerte, a el ser culpable de todo esto, todo lo ocurrido hace que me atraiga más  y  más su muerte, necesito asesinarlo, y salvar  a Caleb, mi atracción hacia él aumentaba cada segundo,  cómo si él fuese lo más importante para mí.
El ritmo aumentaba, los latidos  crecían, el corazón iba a estallar.  
No tolero su rostro.

n  Vaya, pero si es Abigail—Aloqua frente a mí.
n  Voy a matarte, maldito Demonio.
n  Pero que feo termino—su risa es la melodía del infierno—si tú estás haciendo lo mismo, para eso naciste, para destruir y darme ese poder, poder que me fue ultrajado, suicídate pequeña y el mundo será nuestro.
n  No estoy dispuesta compartir nada contigo.
n  Entonces te obligare, Caleb, quieres ayudarme—en ese instante, él estaba tras de mí.

Tomo de mi cuerpo fuertemente, percibí los mismo recuerdos de un alma en pena, aquellos que había apreciado hace un par de minutos, sin embargo, esta vez había  algo distinto, quemaba y Aloqua reía de manera interminable, mis poderes se marchaban, me estaba quedando en el infierno, Caleb estaba ocupando su preciado don, teniendo la esperanza  de que si me dejaba allí, Aloqua reviviría a su familia, el fuego se apodera de todo, siento como desaparecen los latidos de mi débil corazón, perdiendo la vida por medio de suspiros, las dos horas se cumplirían y me quedare en este sitio por el resto de mi existencia. Sus brazos apretaban cada vez   más fuerte. Me quedaba poco. Morir en manos de un adictivo demonio, al menos no me parece tan malo, es bastante original.

n  Apártate—un rayo  de luz cruzo aquel tártaro.
n  Pero si es mi apóstol favorito, Querido Judas. –Aloqua seguía ocupando aquel tono subversivo.
n  Suéltala Caleb—esta vez ataco rápidamente, creí desfallecer, Caleb  se enfureció, se estaba transformando en una bestia, ojos rojos, su piel se endurecía, sus colmillos crecían, un monstruo.
n  Cálmate Caleb, deja que se la lleve pronto será completamente nuestra—rió—por ahora debemos dejarla con el traidor, aun le falta, esta inmadura y de esa forma no me sirve, aunque es excitante, su dolor es mi placer.

Luego de esas palabras se marcho junto con Caleb. Estaba con un ser completamente extraño, con el traidor de todos los tiempos, él que  fue juzgado por vender a su señor, el cobarde que se había suicidado. Judas.
Habitaba en un  limbo, una extraña sensación de calma me invadió, falsa seguridad, sentía la calida presencia, estaba a salvo, los tonos rojos se habían marchado, ahora estaba en un cuarto muy familiar, mis muñecas estaban donde siempre, mientras la pequeña jugaba con sus peluches favoritos, esperando el llamado de su madre, o a que llegase su padre, se respiraba paz, era el cielo dentro de todo este  infierno, una ilusión que adornaba  por completo a la maldad, disfrazándola de  una cínica mentira.
Aunque seguía teniendo interrogantes, Tomás asesino a Florencia y paso a llamarse Caleb, un ser que esta maldito y que debo salvarlo de este lugar, y si él trajo a mi madre a este lugar tengo que  sacarla cuanto antes, por ello observo cada detalle,  esperando una señal que tenga, algo que me indique donde está.

n  Pierdes el tiempo, Florencia se fue aquella tarde, nuestra señora vino por su alma. –la voz es áspera, llena de dolor y culpa.
n  No eres él primero en decírmelo.
n  Eres Abigail, el verdadero poder, el Demonio—no estoy acostumbrada a que me llamen de esa forma.
n  No soy un Demonio, tan sólo tengo ciertos poderes, nada más—trate de bajar el perfil al termino, pero no pude.
n  Eres hermosa, tal como decía tú madre.
n  ¿La conociste?
n  Estuvo conmigo en este mismo lugar, en su infierno, todas las personas tienen uno diferente y este es el tuyo, el mismo que tenía Florencia, supongo que debido al lazo que tenían, son las únicas en compartir un espacio como este.
n  Creo que desde que nací la condene.
n  Eso no es así, estaba escrito, era lo que debía ocurrir.
n  Supongo que eres experto en el tema, gracias a ti la historia de Jesús se ha hecho tan famosa y además de enriquecer al vaticano, y de ser ejemplo de traición  y cobardía.
n  Veo que eres igual de directa que tú madre,  pero este viaje no es en vano, mi misión en esta vida era  traicionar y vender a mis seres queridos, pero una vez que  cumplí con aquello y que fui desterrado a este sitio, mi tarea a cambiado, debo entregarte esto—me mostró una delgada espada, con inscripciones celestiales a uno de los lados y además  un pequeño cofre.
n  Qué se supone que debo hacer con esto.
n  La Espada es para matar demonios y toda criatura  proveniente de este lugar y ese cofre es para que escojas, un alma y salvarla. Tienes el poder de purificar, de perdonar.

Las palabras dichas por Judas cambiaron  en 180º mi visión, puedo quitarle este dolor a alguien y hacer algo de verdad importante.

n  Pues quiero salvarte Judas. –su rostro cambio rotundamente, sus lagrimas inundaron el infierno. 
n  Agradezco el gesto su alteza, pero me temo que yo he cumplido, así que salvar mi alma sería en vano, he terminado mi misión y supongo que puedo dormir en paz, pero antes de que eso suceda debes entregarle esta carta a Helena—el sobre era de  un color café y muy viejo.
n  Pero entonces qué hago.
n  Solo corre y has lo que te dicte el corazón, siempre te estaré agradecido por ofrecerme la salvación        
     
Judas se esfumo con alas de ángeles, su dolor ha terminado  y yo cuento con cinco minutos, necesitaba llevarme a alguien, Caleb estaba descartado, tiene  un pacto y eso no lo puedo romper yo, sólo queda ese hombre de unos cuarenta años y que no pude salvar en aquella oportunidad, al que sentencie a muerte, al hombre de aspecto desgastado, de dolor perpetuo,  Roberto.

Pensé en su rostro, imaginándomelo frente a mí, con su chaqueta café, su voz ronca, sus ojos lluviosos, su pelo castaño oscuro.

n  Lamento no haberte salvado—Su pasado se tomo mi cerebro, cada momento feliz, imágenes de antaño, llenas de vida, su eterno amor hacia  una de las mujeres más importantes de la humanidad, de su desgarradora fe—descansa Roberto, te salvare de este infierno, esta vez voy a ayudarte—sus ojos se mostraban confusos.
n  No entiendo, quién eres.
n  Soy Abigail, no me recuerdas—me sentí aterrada por unos momentos.
n  No, eres diferente, estas llena de luz a tú alrededor, eres un hermoso ángel.

Me sentí de esa forma. La paz inundo mi cuerpo, una sensación de  satisfacción, me aferre a Roberto, pensando en un lugar mejor, en donde todos sus sentimientos de culpa fuesen perdonados, en donde él viese a su amada mujer, cuidándola desde un mejor lugar.


No supe cuando desperté, pensé que todo había sido un sueño, se han cumplido las dos horas que tenía como plazo. La habitación estaba vacía, pero tengo a  mi lado la espada y el cofre, además de la carta.
El infierno terminaba  y comienza algo totalmente nuevo para mi, un cielo se habré al final de cada lluvia, camine mucho tiempo en la oscuridad, ahora me siento sana y no culpable y tengo la certeza de que Florencia me observa con orgullo.


n  Veo que has tenido éxito—Helena me tendía un vaso de agua.
n  Tengo esto para ti—le entregue la carta.
n  La estaba esperando. Supongo que Judas descansa.
n  Y en ese cofre tengo otro regalo.
n  ¿Regalo?
n  Sí, Roberto espera despedirse—Helena se quebró en llanto, me levante de la cama y salí de la habitación, supongo que de alguna manera se alivianaba un poco la culpa.


“Siempre supe que no podías estar muerta, en el fondo eternamente lo supe
n  Roberto, perdóname.
n  Eso no tienes que pedírmelo, es algo que haría pese a cualquier situación.
n  Te amo y odio esto, el no tenerte cerca—Sujete sus manos para que no se desmayara  y aprovechar lo últimos minutos que tengo.
n  También te amo, y te amaré por toda la eternidad, debes ser feliz y proteger a Abigail, ella va a necesitarte, pero confío en ti.
n  No quiero que te vayas.
n  Siempre has sido tú la mejor en las despedidas—tome su rostro y la bese, necesitaba ese calor de sus labios, recordar su respiración y el acelerado latir de su corazón, el que pronto pasará  a ser el sonido de mi  cielo.
n  Recuérdame,  tal  como lo haré yo por el resto de mi existencia.
n  Eres mi vida, siempre lo fuiste y lo serás, eres mi tranquilidad, se feliz y perdóname por darte aquel dolor, siempre has sido tú, durante todos estos años, comprendo el por qué me dejaste, no llores.
n  Cómo me pides eso, veo  todo lo que perdí por esto, por tener esta maldición, pude ser feliz a tú lado, pero en cambio te mande a un infierno.
n  Mi infierno comenzó  el día que te fuiste, cuando decidí suicidarme no contemple nada más que mi propia calma, siendo totalmente egoísta, no debes culparte por nada—la besé por última vez. Desaparecía lentamente escuchando su llanto, rompiéndome el alma, pensando en protegerla desde  mi propio cielo, dejando atrás  le perpetuo dolor, ese eterno sufrimiento, aquel  infierno que hace nada más que pudrir almas. Ojala hubiese podido ser más valiente  y estar aun con vida para disfrutar de sus recuerdos y vivir con la esperanza de  su vida, pero fui cobarde y me deje llevar por todo lo oscuro, por demonios que se apoderaban de mi conciencia, dejándome llevar por sentimientos oscuros, por infiernos eternos, por mí propio infierno”

espero que alguien, una sola persona, en cualquier remoto sitio, este leyendo esto...

jueves, 7 de octubre de 2010

miércoles, 6 de octubre de 2010

Escotoma.


Capitulo II

“Helena De la Cruz”


No lo podía entender,  aquel sismo repentino estremeció a toda la región, los especialistas no lo podían asimilar, ya que el año  pasado  había ocurrido  un terremoto, por lo que la existencia de otro movimiento telúrico estaba descartado, al menos en unos quince años, sin embargo, el de la pasada noche había sido  uno de principales características, aunque claro no tan destructivo como el anterior, no obstante los colegios han suspendidos sus clases,  nadie sale de sus casas, más aun cuando acaba de terminar  un temporal de aquellos. Todo esto lo leí en el diario local, aunque claro como las imprentas están cerradas la única manera de leerlo es por medio de  Internet,  que mejor, así que lo imprimí  y se  lo di a  Bruno, para que su ritual nocturno no se vieses afectado, siempre prefiere leer en la noche y en eso nos parecemos bastante, aquella particularidad que poseen muchas personas,  de hecho  creo que de esta forma la  lectura se logra retener más, en fin, no me importa, lo bueno de esto es que el   medico me ha cancelado todas las citas que tenía, algo  grandioso, ya que ese tiempo lo ocupo en investigar más  y más, he pensado en la posibilidad de que todo esto sea real, claro que no lo he comentado con nadie,  aunque Cristina ha aportado bastante, pertenece a la iglesia  y acude todos los Domingos, por ello es que le he preguntado  una infinidad de cosas, desde las funciones de los ángeles hasta la existencia de demonios,  y bueno si es que  una persona que se suicida tiene la posibilidad de arrepentirse aun que claro en esta ultima su respuestas no fue clara, para no afectar más mi repulsiva cabeza. Por otra parte he leído que algunas personas tienen la posibilidad  de obtener todo lo que deseen si realizan  un contrato con seres demoníacos o malignos, le prometen sus vidas o las de sus familias, debido a que muchos de ellos cuentan con muy poco tiempo y siempre buscan el camino más  corto, empero los demonios en su mayoría  necesitan la ayuda de seres  humanos para venir a la tierra, por ello es que acceden a realizar estos convenios con nosotros la raza más maldita de todas, nos ha invadido la  mierda, la colectividad de las personas sólo piensan en poder, dinero, un mejor auto, una casa más grande, tener  sexo, simple para mentes que carecen de   afecto y de una conciencia,  ya parece  un texto de “Green Peace “, esos que critican todo,  es  ridículo.

Filosofía  ha sido mi asignatura más detestable de todo este   último tiempo, tener que dedicarme a observar ciertas actitudes, incluso plantearnos el hecho de  que nosotros  y nuestras acciones tienen una determinada consecuencia, totalmente lógico, pero que nuestros malos pensamientos afectan de manera indirecta a toda la población, un montón de palabras  que Helena nos ha ido explicando, todo sin mayor trascendencia en mi vida, sin embargo, cuando oigo su voz viene a mi mente la pesadilla de aquella tarde, trato de explicarme como sigue, quiénes  atacaron, miro a Magdalena pero no obtengo la respuesta que ando buscando, como si supiesen que el hecho de  mirarme puede levantar la menor sospecha, o que algo vendrá otra vez por mí, obstaculizando mi mente, estoy algo así como bloqueada, trato de pensar en otra cosa y no tengo resultados, incluso leí libros infantiles para distraer mi cabeza, no obstante no lo logré, “Alicia en el país de las maravillas”, no deja de ser una niña rica que ha fumado hierba toda la noche,  que por eso imagina todas esas cosas, gatas que hablan, conejos con relojes  y gente que toma té a cada rato, patético.


n  Alumnos, quiero que me presten atención, esto sólo les llevara  un minuto—ella lo hizo, volvió a interrumpir en mis pensamientos, toda la clase  la miraba, esperando saber cual era la gran noticia—Necesito que sean lo más cordiales posibles, él es Miguel—mi vista se fue rápidamente hacia la  puerta, el ángel de mis sueños, el mismo, parado  cerca de mí, no podía dejar de observarlo, ahora todo cobraba vida, de verdad estoy demente.
n  Hola, Soy Miguel, Miguel Meza—las chicas del salón se quedaron pasmadas al  igual que yo, a excepción de Magdalena, como si se conocieran.
n  Puedes tomar asiento… que tal al lado de Abigail—ese puesto ha estado vacío siempre, la más cercana era Magdalena que estaba delante de mi, luego Helena me  señalo para que él supiese a donde ir.
n  Gracias.

No me tolero, con su presencia todo se hace perfecto y real, irradia un extraño sentimiento, como si mi corazón se sintiese seguro.

Las horas pasaban de manera paulatina, contemplaba a  Miguel al igual como lo hace un psicópata, creo que todos se dieron cuenta de ello, por eso es que se alarmaron cuando recogí mi cabello, se veían mis ojos, eso es bastante, me ahorre dos años de terapia.

No tenía el valor de hablarle, realmente no tengo nada que ver con él, parezco protagonista de  películas románticas, tonta y muy absurda, completamente fuera de lugar y todo  al mismo tiempo, por  otra parte Ignacia trata de terminar su clase de Historia del Arte, ya saben, el barroco, rococó, gótico, etc. Lo único que en estos momentos importa es saber si el chico que se sienta a mi lado es  él de mis pesadillas, aunque sigue estando presente el temor, temor a que todo sea verdad  o que simplemente todo sea una mentira, cual sea la respuesta, el resultado será el mismo, mí locura, he pensado en investigar mis orígenes, de donde diablos viene mi familia, tal vez de esta forma encuentre algún dato relevante, una señal de que todo lo que me pasa es por deficiencia genética o que tenemos algo así como una  maldición, un maleficio o algo por el estilo. La clase continua  y sin prestar nada de atención, lo único  que hago es dibujar, dibujar a ese ser que me atormenta, Aloqua, el demonio de mis sueños, en textos que hallé en la red señalan de una rivalidad de él hacia el mismo lucifer y que por ello se desato una batalla, quedando el primero como el amo   y señor de los  infiernos, pero  mi cuerpo se estremece y es que si esto lo hubiese leído hace  un par de meses antes de todo esto de las pesadillas, me habría dado lo mismo, la verdad es que  no me interesaba nada, pero ahora no dejo de cuestionarme todo lo que me parece  impensable, siempre  oí a Papá decir que estas cosas no existen, sólo está el bien y el mal, nada de dioses ni demonios, para él es basura de la Biblia, cosas de otra dimensión, las cuales existen para atormentar a las personas   y alejarlas del  mal camino, pues todo este tiempo  he tenido la misma visión, entonces  ¿ Por unas  ridículas pesadillas han cambiado mis pensamientos?

n  Recuerden traer el Trabajo  la próxima semana, además deben adjuntar sus propias creaciones, basadas claro en los estilos que hemos visto en clases—la clase terminaba.
n  Sí, claro—dijo el resto.

Este es el momento, tengo que hablarle.

n  Puedo preguntarte algo—mi boca habló por si sola.
n  Sí—afirmo Miguel.
n  Eres nuevo en la zona, la verdad es que nunca te había visto—soy pésima en esto, no obstante tenía razón, en este pequeño lugar la gente siempre se conoce y él nunca había estado por acá.
n  Sí, me quedo en casa de Magdalena—vaya eso me sorprendió, por eso es que me pareció que se conocían—soy un primo lejano.
n  Andando—el tono de la delicada Magdalena era mucho más duro de lo habitual, además su rostro era diferente, mucho más serio que el común de los días.
n  Bueno debo dejarte, tengo que ir a las oficinas del director, ya sabes, llenar  unos cuantos papeles.
n  Sí, entiendo—me percaté de que todo el mundo me estaba mirando, como si fuese la primera vez que  escuchasen.

A pesar de darle más  y más vueltas no encuentro una explicación, he perdido toda cordura. Siento la necesidad de verle, tanto así que  no me di cuenta, él logro ser el tema central de todos mis pensamientos, hasta que me percate  de que  seguía afuera del salón, cuando ya era hora de la siguiente clase.

n  Tenemos que hablar—su tono seguía siendo el de  hace  uno  quince minutos. No era el habitual
n  Dime Magdalena.
n  Aléjate de él—como si  ella supiese todo lo que pasaba por mi mente, por unos instantes sentí alivio.
n  No sé de que diablos hablas—siempre la negativa.  
n  No es necesario fingir—fue sarcástica.
n  Pues no lo estoy haciendo—sentía como la ira se apoderaba de  mi rostro.
n  Vaya veo que eres una excelente mentirosa, no esperaba menos, entonces, te  daré un pequeño consejo, Miguel te hará daño, sé que lo has visto y debe ser de locos—quede más aturdida aun, una angustia recorrió  mi cuerpo, mis piernas no se movían—pero al igual que ese hermoso rostro que viste, existe  un lado perverso, adictivo y dañino.
n  Qué quieres decir.
n  Nada—sus actitudes me confundían mucho más, de todas las chicas del colegio ella logró hundirme. Dio el golpe bajo—sólo has caso a mis advertencias.

De cierta medida esto confirmo todo, no he tenido alucinaciones ni pesadillas, esto es real, pero no se cómo empezar a investigar,  debía comenzar por lo que fuese menos complejo,  pasar a  dirección  y encontrar el expediente de Helena, ella también aparecía en mis sueños, tenía que seguir esa pista y posteriormente lo haré con Magdalena  y Miguel, sin embargo, cómo lo logro, todo el mundo se iba a las siete de la tarde a excepción  del guardia de turno, debo actuar con cautela  y de la manera más rápida posible, tampoco tengo que levantar sospechas, sobre todo en mi comportamiento, pero aquella conversación con esa chica de mierda me había hecho salir de mis casillas, yo que la creía muy agradable.

Espere a la hora de salida, necesitaba hablarle, por lo menos saber quién es y qué hace  en este jodido sitio, sin embargo, con Magdalena cerca no lo  conseguiré. Las horas pasaban, llegue a casa a la misma hora de todos los días, preparo mi mochila, necesitare llevar un par de cosas, una linterna de bolsillo y una cuerda que saque del sótano. Ahora sólo me queda esperar la hora indicada, alrededor de la medianoche.
Salí  por la ventana de mi habitación sin hacer ruido para no despertar a Bruno y Cristina, llevo puestos  unos vaqueros oscuros  un chaleco azul, nada de colores claros, no me asientan bien, no se si hago lo correcto, lo único que espero es encontrar respuestas. La caminata sería al menos de veinte minutos, debo ser cautelosa y  no dejarme ver, lo último que me falta es que  un depravado quiera violarme para hacer de mi vida  una maldita broma, algo casi personal con Dios, si es qué de verdad existe.  Tal como lo predije use ese árbol torcido para pasar la muralla, saqué de mi mochila la linterna  y subí al segundo piso, las oficinas quedaban en el otro extremo del pabellón, por lo tanto utilizare el segundo piso como una ruta segura, ya que el flojo del guardia esta en el primero  y jamás suben, estoy seguro que se caga de miedo, además lo hace por el sueldo mínimo, qué más se puede esperar. Llevaba en la mochila una navaja y un par de cuchillos, no sabía cual de todos esto serviría para forjar las cerraduras, es mi primera vez en esto, parezco una ladrona, pero en fin, si lo analizo mejor eso es lo que soy, claro que el riesgo que corro es un poco menor, en definitiva no robare nada que tenga un gran valor comercial, únicamente será información, para un trabajo, claro que  ese tipo de trabajos es extracurricular.

n  maldita cerradura, desde cuando dejan esto con tanta protección.
n  ¿Quién anda ahí?—Oh no, estoy perdida. —salga quién sea que esté—“puedes controlarlo”, una extraña voz llegó a mi mente, esta vez fue distinto, es aterciopelada, pero dañina, casi bella, aunque con una gota de dolor, “Mira directo a sus ojos, concéntrate, y dile que mierda debe hacer”, no sabia si me estaba diciendo lo correcto, pero era mi única salida.
n  Vas a marcharte a tu  podrida caseta y te quedaras ahí hasta que termine tu turno y no recordaras nada— lo miré fijamente, estaba totalmente concentrada, mis ojos ardían, como si le hubiese prendido  fuego  pero no se si esto tenga resultado.

El hombre dio media vuelta y se marchó, en ese momento me di cuenta de que había dado frutos, el plan daba resultados, adentro ya de la pequeña oficina, abrí una estantería  vieja en donde estaban los archivos de los profesores, ahí me encontraba “Helena De la Cruz” flameante profesora de Filosofía, no tengo tiempo de memorizar todo así que lo metí rápidamente a mi mochila, lo mismo con el de Magdalena Grial y con Miguel Santos, los tendría que revisar en casa.

n  Vaya eres buena—esa voz me aterrorizo, sin embargo, fue la misma de hace unos cuantos minutos.
n  ¿Quién anda ahí?—estaba perpleja.
n  Así que en tus ratos libres eres una espía.
n  ¿Quién mierda es?—entre en pánico. Su risa me provocó escalofríos.  
n  Soy Caleb. ¿No me recuerdas?—fue entonces que los rayos de luz de luna alumbraron su rostro.
n  Eres el chico de mis sueños, eres mi Demonio.
n  Bravo, has ganado la Lotería—su sonrisa fue macabra.
n  ¿Qué Sucede?, por qué estás aquí.
n  Nada, sólo verifico que la mercancía este bien.
n  No se a que te refieres—se acercó rápidamente, estaba frente a mí.  
n  Podría llevarte al infierno si lo deseo—tomo mi rostro con sus manos, sentí su leve respiración, al igual que en mis pesadillas, la atracción que sentí por él fue algo inmediato.
n  Qué es lo que buscas.
n  Por ahora no puedes saberlo, aunque claro, tal vez la respuesta ya la sabes.
n  ¿Por qué apareces en mis sueños?
n  ¿Yo?, pues estas cometiendo un grave error—él está dispuesto a matarme, lo veo en su mirada—la que me llama eres tú, querida Abigail.
n  Cómo es que sabes mi nombre.
n  Digamos que tenemos amigos en común—rió. —pero por ahora no debes comentar esto si, a menos que quieras que él vuelva.
n  No se de quién me hablas.
n  Ah, yo creo que sabes… Aloqua.



No alcance a preguntarle nada más, se esfumo, estaba completamente desorientada su nombre, Caleb, y conoce a Aloqua…  necesito salir de aquí ahora mismo y no sé si el guardia sigue bajo la hipnosis,  si es qué de verdad tengo  poderes.
Deje todo cerrado, salí por el murallón por le que había accedido, llegué a casa  y me puse a leer de inmediato. Sin embargo el rostro adictivo de Caleb estaba presente en mi cabeza,  quizás fue real, o simplemente una visión  de mi fallada cabeza.

Helena de la Cruz, excelentes calificaciones, viene de  una ciudad cercana al pueblo,  una conducta intachable, soltera, por lo que descarto la posibilidad de que fuese casada, los apoderados jamás tiene  un reclamo en contra de ella, el resto son sus números telefónicos  y su dirección. El de Magdalena dice lo mismo y Miguel es mucho menos información, primo lejano de Magdalena, viene de Italia, fue lo más “raro” que halle en sus archivos, el resto  son calificaciones, nada más.

La mañana, calurosa y aburrida, típico de día  miércoles, mejor clase para despertar matemáticas y luego una calida clase de física, me conformaría con ver a Miguel y Caleb, aunque la existencia de este último es cuestionable. Observe al guardia dándole explicaciones al director, lo que se comenta es que alguien anduvo anoche en el colegio, ya que los vecinos dieron la alerta a la policía, pero cuando ellos llegaron yo me había marchado y además no se notaron perdidas “notorias”.

n  Linda mañana—su calida voz logro llamar el cien por ciento de mi atención, Miguel.
n  Sí, casi perfecta, ¿no?
n  Eso creo… ¿Abigail?
n  Sí ese es mi nombre—es vergonzoso.
n  Creo que no hace falta que me presente.
n  Pues claro que no, vasta con los elogios de Helena.
n  Eso creo—rió—aunque no recuerdo ninguno.
n  Entonces creo que no te dijo ninguno—esta vez ambos reímos y eso no es habitual en mí.
n  Y ¿mucho tiempo acá?
n  No tanto, que son diez años.
n  Una eternidad—exageró.
n  Puede ser—no tengo idea de que otra cosa decir.
n  Tienes algo que hacer el Sábado—es la primera vez que alguien me invita a una cita.
n  Vaya eso es impresionante—trate de ser graciosa—pero la verdad es que por la forma en que me mira Magdalena…
n  No hagas caso, es un poco posesiva.
n  De todas manera gracias, tengo que hacer trabajos—se supone que investigare a Helena.
n  OK. Lo dejamos para otro día.
n  Sí, ahora si me disculpas.

Me aleje de él, la verdad es que necesito procesar la información. Tengo que ver como averiguo más acerca de Helena, para ello haré  un viaje, tal vez a su pueblo natal, creo que está a un par de horas de acá, tratare de hallar algo de información.

La mañana del jueves decidí tomar el primer bus, necesito averiguar  quién es Helena de la cruz, llevo una credencial, se la robe a tío bruno, trabaja para  una radio local y pensé que  podría servirme,  quién sabe, con lo que cuento es tan sólo una dirección “Calle Larga #1170, nada más. Tengo todo planeado, me haré pasar por  una reportera, hablare con la gente  acerca del último movimiento telúrico  y del pánico presente en la población, de esa forma nadie sospechara de mí.

n  Disculpe, sabe usted donde puedo hallar esta dirección—pregunté al hombre que barría la calle.
n  Sabes, está calle no existe –el tipo sonreía, se mofaba en frente a mis narices.
n  ¿Cómo?
n  Sí, está dirección no existe—el hombre me quedo mirando con cara de idiota.
n  Ah, muchas gracias, veo que me he equivocado. —trate de ser lo más cordial posible.
n  Srta. Puedo preguntarle a quién busca.
n  Sí, bueno, a la Familia “De la Cruz”—el hombre se asombró, como si nunca hubiese oído ese apellido.
n  Pues creo que no tendrá mucho éxito, me temo que  te has equivocado de  lugar, nadie en  todo este pueblo lleva ese apellido.
n  Vaya, que extraño… por casualidad no conoce a una joven de no más de 23 años, muy bella, su nombre es Helena.
n   La verdad es que no conozco a nadie con ese nombre—fue un golpe extraño.
n  Y si le muestro esta fotografía, tal vez ayude—el sujeto se mostró dispuesto a cooperar, estaba algo interesado con mis preguntas, sin embargo cuando vio la fotografía de la mujer su rostro se desfiguro por completo.
n   Ella murió hace años—me quede helada por  unos instantes—Su nombre era Teresa Olivier, falleció hace muchísimo tiempo, fue toda una historia en este lugar, estaba maldita y todo eso, se dice además que tenía las  llagas de Jesucristo, que  veía cosas  extrañas, simple demencia—esos comentarios me dejaron completamente aturdida, alguien en este lugar también sufría de visiones, pero eso de las heridas no me encaja para nada.
n  Sabe usted qué clase de visiones eran.
n  Dicen que veía seres celestiales y que a veces el demonio venía a torturarla—me quede en blanco por un segundo—pero no es necesario alarmarse, son sólo cuentos que inventan, su familia se marcho luego de su muerte y ahora está en el cementerio a unas cuantas cuadras más allá, lo raro es que  un hombre viene a verla cada semana, dicen que era su prometido, que estaba involucrado en su muerte.

n  OK,  Muchas gracias, se lo agradezco—La  verdad necesito salir de aquí, sin embargo, no puedo volver sin haber conseguido nada.

n  No hay de que.

Seguí las indicaciones que me dio el sujeto, ubique el cementerio  y  a unos treinta minutos al  menos llegué a mi destino, necesitaba ver con mis propios ojos la lápida.

Caminos de tierra, el viento soplando fuerte, las hojas seguían cayendo de los tristes árboles, ese olor característico, olor a muerte, y  junto a un viejo sauce, “Teresa Olivier” 1973 a 1994”, no lo puedo creer, trate de sentarme como pude, tenía flores frescas y una fotografía de ella y no cabe duda es la misma Helena, mí profesora de Filosofía, Helena de la Cruz, estoy pasmada, esto no está para nada de bien, además  una nota que sobresalía, algo arrugada, de un antiguo papel color café, la tome, apartándola de las flores.


“Siempre voy a amarte.
                            Roberto Jaña”      


No me contuve, lágrimas salían de mis ojos, no pude quedarme,  completamente confundida me retiraba, las imágenes no coinciden, la helena de aquella historia es las misma que se encuentra en mi sala de clases, la que murió 1994, o sea hace más de diez años, las piernas me tiritan, como pude me levante y comencé a caminar,   cuando a lo lejos divise a  un hombre de aspecto acabado de unos cuarenta años se acercaba a la misma lápida en donde yo estaba. No me quitaba los ojos de encima así que supuse que es el sujeto que viene a visitarla cada semana.


n  Creí que era él único en visitarla—el dolor era palpable.
n  No, yo sólo… andaba visitando la tumba de mi madre y ya me iba, es sólo que al fijarme en las  fechas de aquella lápida no he podido contenerme, lo siento.
n  No eres la única pequeña—me sentí de cómo de  cinco años—la extraño, pero no puedo hacer que regrese—no esperaba sentir lo mismo que hace diez años, aquella impotencia, el no poder salvar la  vida de la persona que más amas en este mundo.
n  A veces hay que aprender a vivir con esa pena.
n  Puedes… puedes enseñarme, cómo cargar con este peso que llevo en mis hombros—su voz se quebró completamente, él me recordó a papá, su llanto es similar, la forma de su rostro, incluso ciertos gestos, todo esto me hizo revivir lo que tan ocultado tenía en mi mente. — ella estaba sufriendo, no logré hacer nada, se marcharía sin mi, siempre me lo decía, sus padres la encerraron, claro que  sin mi consentimiento, pues en realidad yo sólo era un muchacho, sin mucho que decir, me enviaba algunas cartas, donde expresaba todo su dolor, las horribles cosas que le hacían en ese lugar, de cómo lloraba noche tras noche y de lo mucho que me extrañaba, por ello decidí sacarla de allí, la tome del brazo con fuerza,  tenía poco tiempo, pero seguridad logró verme, y su familia estaba presente, me encontraba totalmente acorralado, trate de llegar al auto, pero fue en vano, ella había muerto, su corazón estaba muy débil y lo más probable era que le halla dado un ataque sin que me diese cuenta—sus palabras me golpeaban fuertemente, sabía que la misma mujer estaba viva, que ella no murió, pero como explicárselo si ni yo misma lo entiendo.

n  Sí—no encuentro palabras para decirle, sé que ella está viva, pero por qué mentirle a la persona que más amaba. —entiendo perfectamente lo que me dices.
n  De verdad, pareces muy joven, aunque el dolor que llevas se reflejas esos perfectos ojos oscuros, estás evaluando cada posibilidad ¿no?
n  No sé a que se refiere—comencé a sentirme nerviosa.
n  Suicidio.  Acabar con esto, pero no cuentas con ese valor.
n  No—él había dado en el clavo. —ahora si me disculpas debo irme, no quiero llegar tarde a casa.
n  Pase lo que pase, el suicidio nunca es la mejor opción, eres joven.
n  Entonces esperare a tener más de cuarenta años, cuando la culpa no me deje vivir, cuando todo sea mierda, cuando esté en la misma situación que tú—no sé por qué dije eso, es que  el recuerdo de papá llegó a mi cabeza y necesitaba decirlo, me dejó,  corrió como un niño, cuando en realidad la niña era yo, como si hubiésemos cambiado los papeles, Bruno siempre dijo que él era mucho más sensible, pero en realidad es un cobarde.  

Esas fueron las últimas palabras, camine sin ver atrás, tenia las ideas revueltas, Helena en realidad estaba muerta y yo la veía a diario, cómo mierda es eso posible, es qué estoy muy jodida de la cabeza, nada de esto tiene el menor sentido, alucinaciones, personas  que están muertas, pero que en verdad aun viven, rostros perfectos, voces, y  yo sin comprender nada, creía que me encontraría con la familia numerosa  y orgullosa, la típica imagen, lo único que faltaría era tomar la fotografía, la que sería guardada por generaciones, estaría en el álbum de fotos, ese de color café, de anillado dorado, el favorito de mamá.

Tomaba desayuno cuando sonó el celular de Bruno, era Sergio su periodista estrella, al parecer no eran buenas noticias, lo noté por el rostro que tenía, no era el habitual, Cristina estaba ansiosa  porque él colgara  y le contase todo lo que estaba ocurriendo, mientras que a mi me importaba  menos que un soberano rábano.

n  ¿Qué ha Ocurrido?—Tía Cristina no podía evitarlo, siempre quiere saberlo todo.
n  Malas noticias, un hombre de alrededor de unos cuarenta años se ha suicidado—eso me suena familiar—ocurrió en Orrego, en el único cementerio que tiene  ese pueblo, su cuerpo estaba junto a la lapida de Teresa Olivier , dicen que él era su prometido y que tuvo algo que ver con la muerte de la joven, además de eso se encontró una nota en la que dice que “Yo ya tengo más de cuarenta”—el corazón me dolía, yo estuve ahí y pude evitarlo, decirle que  Helena vive, que ella no murió.
n  Es una tragedia—Cristina comenzaba a llorar.
n  Sí, pero el caso es extraño, habrá que… 

No seguí escuchando a Bruno, partí rápidamente a clases, según Sergio lo más seguro es que sea noticia en el diario, por ello es que lo compre en el kiosco cerca del la escuela y no fallé, era primera plana Roberto Jaña, él mismo hombre que me decía que el suicidio no es una opción.  Corrí, necesitaba huir, asesine a una persona, y todo por las frías palabras que le dije, él no tenía que ver conmigo, cómo entonces puede hacerle eso, comparándolo con mí padre, vertiendo veneno en su desdichada vida.

En la sala de clases todos comentaban lo mismo, pero Magdalena y Miguel callaban, no  decían nada, nuestra primera clase es Filosofía, por ello es que podré darme cuenta si es que la Helena que vi en aquella fotografía es la misma, de veinte tres años.

Cuando entró nadie tuvo el valor de hablar, estaba seria como de costumbre, no hizo preguntas de ningún tipo, sólo hablaba de Sócrates  y de Aristóteles, de los ideales que ha indo trascendiendo el tiempo, de cómo se comporta cada sociedad, mientras que en mi mente deambulaba la imagen de Roberto, de qué tal vez pude salvarle la vida, y no repetir el mismo error de hace unos cuantos años, de que lo ocurrido con Florencia no haya sido en  vano.

Me equivoque, pensé que su rostro habría tenido algo de diferente, pero la expresión era la misma, por momentos me daban ganas de gritarle, pero sabía que eso no daría resultados, lo mejor será esperar a que terminen las clases  y como es día Viernes, terminaran  a eso  del  medio día, perfecto, cuando ella quede sola en el salón.

Esas horas eran interminables, no preste atención a nada ni a nadie, sólo quiero que llegue la hora.

n  Quieres hablarme de algo Abigail—no note ninguna vacilación en su tono de voz.
n  Sí, la verdad es qué me gustaría preguntarle acerca del hombre que se suicido.
n  Vaya, qué tengo que ver yo con eso.
n  Pues como eres  profesora de filosofía y has estudiado todo tipo de comportamiento humano, pensé que podrías aclararme algo, además como  él tipo es de tu pueblo natal.
n  Cómo supiste que ese es mi lugar natal.
n  Digamos que todo se sabe en esta escuela.
n  Eso no me sorprende, pero hace años que no vuelvo allí, de hecho desde que era muy pequeña, mis padres se divorciaron y yo me fui con papá y bueno mi madre murió hace un tiempo, así que nada me une a ese lugar ahora.
n  No hace falta mentir—en cualquier minuto estallaré.
n  ¿Disculpa?
n  No es necesario mentir, no eres buena en eso Helena De la Cruz—se levanto de su asiento, estaba  molesta—no debiste mentir de esa manera.
n  De qué me hablas.
n  Del hombre que se suicido a causa tuya, eres una mierda, mataste al hombre que te amaba
n  Abigail, creo que los estudiantes no deben fumar hierba en horarios de clases… mejor llamare a tus padres…
n  No harás nada de eso—la interrumpí—Teresa Olivier—se quedo en blanco no supo decirme nada—cómo es qué estas viva, si te vieron morir.
n  No entiendes, estás loca—sentí que alguien se acercaba.
n  Ya te descubrió, vaya eres pésima ocultando información Helena, por ello eres insegura, anda dile la verdad al demonio—era Magdalena, su voz era muy diferente, estaba amargada y lo peor es qué estaba molesta conmigo.
n  Qué sucede Magdalena, de qué me tengo que enterar—trate de entablar  una conversación con ella, pero no me fue posible, hizo como si no existiese.
n  Anda Helena, tú eres el líder, debes enfrentarlo, ella te descubrió—Helena comenzó a llorar, mientras  Magdalena sonreía.

Las cosas no andaban bien, Helena no hablaba, Magdalena tenía una risa siniestra, no sé en qué momento se convirtió en esto, se supone que era dulce  y amable.

n  Esto… la verdad es que tienes toda la razón, es mi culpa que Roberto este muerto, yo lo amaba, lo amo aun, pero no era posible, estaba destinada a otras cosas, el envejecería y yo estoy en un punto muerto, algo así como una inmortal, todo por este poder  o don  o como mierda quieras decirlo.
n  ¿Eres inmortal?—cada vez estaba más  y más sorprendida.
n  Si que eres lenta—no hacía caso a las frases de Magdalena.
n  Pero, cómo es eso posible.
n  Yo tampoco lo creía Abigail, pero lo que me sucedió es real y difícil de entender, pero todo esto no te lo puedo contar ahora y mucho menos aquí.

n  Hoy a la medianoche—Magdalena nos interrumpió—Caleb aparecerá,  harán  un incendio en la gran avenida, necesitan victimas, con el terremoto que provocaron no les vasto, malditas mierdas.  
n  Qué dices, ¿conocen a Caleb?
n  Sí—Helena seguía callada. Mientras que Magdalena me mataba con la mirada—lo más probable es que lo veas en tus pesadillas, ese maldito ha ocupado sus dones para torturarte, lo hace desde hace mucho tiempo.
n  Qué clase de dones—Magdalena volvía a ignorarme—Helena que mierda sucede conmigo.
n  Eres, lo que él anda buscando.
n  A qué te refieres.
n  Sí, es una lenta de mierda—Magdalena volvía a insultarme.
n  Eres la herramienta más poderosa de todas, si caes en manos equivocados, la guerra estallará y cosas terribles sucederán. En definitiva, eres el corazón de Aloqua—no recuerdo el resto de la conversación, me puse a llorar, Helena me contuvo, alguien más entró en la sala, lo supe por el sonido de sus leves pasos.

Estaba en un extraño lugar, el cuarto estaba oscuro y había cuadros bíblicos por todos lados,  llevaba puesta otra ropa, era tarde, se suponía que debía estar en casa a esta hora, qué estarán pensando mis tíos, aunque eso era un tema que poco importaba, algo se me ocurrirá  y saldré ilesa, tocaron la puerta, un extraño sujeto, de seguro algo así como un mayordomo, estaba junto con una bandeja de comida, vestido de forma muy fina.


n  Buenas noches Srta. Abigail, Mi nombre es  Sebastián Lyon, estoy a sus órdenes.
n  Vaya, muchas gracias…la verdad no era necesario…
n  Le traigo algo para comer—no me dejó terminar de hablar, dejó la bandeja cerca de mi.
n  ¿Dónde estoy?
n  No me corresponde a mí, darle esa información.
n  Creí que estaba  bajo mis órdenes.
n  Lo siento Srta. Pero Helena De la Cruz me ha prohibido decirle ciertas cosas.
n  Entonces, qué es lo que  puede decirme.
n  Pues lo acabo de hacer, ahora si  me disculpa debo retirarme.
n   Adelante—no comprendo nada de nada, que diablos hago acá.

El tiempo transcurría  y yo aun sin respuesta alguna a mis interrogantes,  estaba preocupada por lo que había dicho Magdalena, Caleb atacaría a medianoche, ni siquiera sé  lo que eso conlleva, pero la certeza es que yo juego un rol bastante importante, sin embargo,  cómo es qué precisamente yo soy el “Corazón de un Demonio”, si ni siquiera sé si tengo uno propio.
La comida era muy refinada, estaba caliente, el servicio era de plata,  y el plato tiene  unos toques de oro puro, estoy frente a algo que jamás hubiese podido pagar.

n  Veo que Sebastián ha cumplido mis órdenes.
n  Sí, pero me debes bastantes respuestas Teresa—era la primera vez que llamaba así a Helena.
n  No me debes llamar de esa manera, Teresa está muerta hace bastantes años, estoy acá para contarte toda la verdad o al menos lo que es necesario que sepas.

“Era una joven normal, eso antes de cumplir los dieciséis años, todo marchaba perfecto, mi familia,  mi vida escolar y mi relación con Roberto, estaba maravillada, había pasado de ser mi mejor amigo a ingenuo novio, pero las cosas cambiaron drásticamente aquel Domingo, celebrábamos mi cumpleaños, esa mañana sentí un dolor intenso, nunca antes lo había tenido,  veía cosas inimaginables, me desmayaba, por lo tanto ese feliz cumpleaños paso a ser el peor día de mi vida, hospitalizada, los médicos no encontraban nada fuera de lo normal, sólo el capricho de una jovencita ridícula, pero no era así, él se me parecía constantemente, tenía calaveras, era oscuro y buscaba algo, su corazón, Aloqua  el maldito demonio, vengo para que me  ayudes, siempre me lo decía, desesperada busqué todo tipo de ayuda, aunque a veces  estas cosas no ocurrían, pero al cumplir los veinte dos años,  comenzaron a salirme llagas, una extraña fuerza se apoderaba de mi ser, en algunos momentos no sabía si estaba soñando o era la fatal realidad que me había tocado vivir, hasta que luego de un año de martirio y dolor encontré a Sebastián, mismo que viste hace unos cuantos minutos, siempre con la misma apariencia, me trajo a este mismo cuarto a explicármelo todo, yo era  una hija de Díos, el nuevo Pedro, el apóstol que fundó la iglesia, la que debería defender este planeta y a todas las vidas que habitan en el. Pensé que estaba bromeando, que era una mierda de broma, por ello es que salí corriendo de inmediato, estaba confundida, dijo además que luego de los veinte dos años moriría  y nacería el nuevo Pedro, el sanador y orador, toda esa responsabilidad  caía en la descendiente de ese  sujeto, en la familia Olivier,  estaba en mis genes y se activarían en cuanto apareciera Aloqua, el resto tú ya lo sabes, mi corazón se detuvo el día en qué Roberto trato de salvarme y no sabes cuánto deseaba estar con él, pero al final lo habría lastimado, por ello es qué nunca le dije nada, para poder mantenerlo a salvo de todo esto, lejos de Aloqua.”

Trate de oír todo lo que Helena me decía, pero eso no aclaraba por completo mis dudas.

n  Pero en qué parte entro yo.
n  Simple, eres lo que  Aloqua  busca.
n  Sí, eso ya lo sé, pero qué es lo que soy.
n  Eres la elegida de María, la que traerá la salvación al mundo—es difícil de creer— Hace varios siglos en el infierno se desató la batalla más extensa  de todas, Aloqua se apodero de todo, derroto a Lucifer, quedándose con todos  sus poderes, sin embargo se olvido de algo, el corazón de aquel demonio que un día fue ángel, eso era lo más preciado y bondadoso que él poseía y la Virgen, junto con sus tropas bajaron a los infiernos y lograron quitarle a Aloqua  gran parte de sus poderes, su Corazón.
n  Pero, cómo es qué este “Corazón” llegó hasta mí.
n  Bueno, nadie sabe con exactitud el método que ella utilizo, pero lo importante ahora eres tú, debemos cuidarte y protegerte y aun más importante, enseñarte a utilizar ese poder.
n  Espera un segundo, ¿Debemos? ¿De quiénes me estás hablando?
n  De la institución más poderosa, ocultada por el vaticano y bajo las ordenes del papa, la institución  “De la Cruz”.
n  Por eso llevas ese nombre, sin embargo, algo no encaja, la muerte de mi madre, realmente estaba loca  o simplemente decía la verdad.
n  Ella no se suicido—eso me hizo llorar, todos estos años pensando de la manera errada—fue asesinada y lo hicieron parecer  un suicidio, fue Aloqua.
n  ¡Maldito! ¡Lo mataré!—mis ojos ardían, mi piel se endurecía, rápidamente me descontrolaba,  Helena llamo a Sebastián, él estaba parado junto a mí en una fracción de segundo, logró calmarme, no sé cómo lo hizo, pero dio resultado.
n  Escúchame Abigail, la única forma de que Aloqua recupere su Corazón es que tú te suicides, por eso te ha atormentado toda su vida.
n  Debe calmarse señorita Abigail—la voz de Sebastián era muy suave, fue cuando  lo mire fijamente, me percaté de su color de ojos, un naranjo hermoso—y no debe alarmarse, mis ojos son de este color,  debido a mi condición de vampiro—no puede ser, es qué todo lo fantástico está tomando forma—mi don es poder manejar las emociones de los demás, aunque las suyas me desgastan mucho más, esto se debe a sus poderes—se volvió hacia Helena—es importante que haga el viaje, debe encontrar  la manera de calmarse.
n  Lo sé Sebastián, pero por ahora debe descansar, no sería optimo.
n  ¿Viaje?—estaba confundida, perdida ese era el concepto correcto.
n  No te preocupes, todo esto lo hablaremos por la mañana, acá estás segura y no te preocupes por tus tíos, Magdalena les ha  dicho que te quedaras en su casa—eso me recordaba lo maldita que era esa muchacha, pero también pertenece a este lugar, lo que significa que del mismo modo Miguel debe estar involucrado.
n  Bueno, ahora si me disculpas este ha sido un día agitado—fue cuando mire el reloj que estaba en el velador al lado de mi cama, era medianoche—Caleb, él atacará ahora ¿no?
n  La verdad es qué hasta el momento  no ha sucedido nada, pero antes de que te duermas, quiero preguntarte algo.
n  Dime
n  ¿Cómo supiste el lugar en dónde yo había nacido?—pues era obvio ¿no?
n  De tu archivo, estaba en las oficinas del  colegio, la verdad aun lo conservo conmigo.
n  Es extraño, ya que no existe tal archivo, de hecho el colegio es de la institución, así que es casi imposible que tengan datos míos, ya que todos  los posee el mismo papa.
n  Pero puedes verlo está en mi bolso.—Ella dio vuelta por todo el bolso y no encontró nada de nada, como si no existiese—un momento…Caleb
n  Qué sucede con él.
n  Lo conocí esa noche, en la que entre de manera secreta al colegio, de hecho me ayudo a poder infiltrarme.
n  Esto fue obra de Aloqua—Helena estaba furiosa.
n  Pero al otro día estaban comentando que alguien  había robado documentos.
n  Claro, pero no documentos de los docentes ni nada de eso, más bien los planos de las ultimas construcciones, no te das cuenta de que ellos  prepararon todo esto.
n  Pero para qué, habría sido más fácil para ellos torturarme, estaría desprotegida.
n  No lo se, pero  le diré al resto del equipo  que deben averiguar que es lo que sucede y luego tú te mudaras acá.
n  ¿Qué?, por supuesto que no—me enfade nuevamente, pero además de eso sentí miedo, miedo por dejar a mis tíos solos, es hecho de que les pasara algo me hacía estremecer por completo.
n  No te preocupes, yo me encargare de eso, ahora debes dormir—eso sonó como una orden.
n  Pues no tengo sueño.
n  Sebastián—volvió a llamarlo, y eso que no me percate en que momento se había marchado—has que duerma.
n  Sí Srta. Lo siento Srta. Abigail debe reponer sus fuerzas
n  No…

El resto es un perfecto sueño, la verdad  aparecía paulatinamente, pero al mismo tiempo siento pavor, miedo, ira, una serie de emociones que no se si son naturales o las maneja Sebastián, la institución De la Cruz será mi nuevo hogar, no obstante la muerte de mamá vuelve a ser tema, en realidad nunca dejó de serlo, ese maldito ser me buscaba a mí y cargo con Florencia de la peor manera, ahora él y todos sus secuaces la pagarán.

n  Lamento molestarlo a estas horas de la noche, pero ya tenemos a la chica, está segura, no debe  preocuparse Papa, yo me encargare del resto, por ahora Aloqua no ha atacado… buenas noches  y usted sólo encárguese de velar por las victimas del Terremoto reciente, de seguro Caleb se las llevo al infierno y las usaran como fuente para crear más demonios, rece majestad, mientras que mi institución se encargara de destruir a todas esas mierdas, por algo soy Helena De la Cruz.

Bueno, espero que alguien lea esto.